sábado, 26 de mayo de 2012

EL corazón de las tinieblas

"No eran colonizadores; su administración equivalía a una pura opresión y nada más, imagino. Eran conquistadores, y eso es lo único que requiere es fuerza bruta, nada de lo que pueda uno vanagloriarse cuando se posee, ya que la fuerza no es sino una casualidad nacida de la debilidad de los otros".

Conrad, Joseph: "El corazón de las tinieblas".

Foto: A.


Sabiduría de Marguerite Yourcenar

"No hay que perder nunca de vista el diagrama de una vida humana, que no se compone, por más que se diga, de una horizontal y de dos perpendiculares; sino más bien de tres líneas sinuosas, perdidas hacia el infinito, constantemente próximas y divergentes: lo que un hombre ha creído ser, lo que ha querido ser, y lo que fue".

Notas de Marguerite Yourcenar

La impotencia del emperador


"Atiano y Plotina me narraron los incidentes de la campaña que no habían incluido en sus breves mensajes. Uno de aquellos relatos me conmovió al punto de incorporarse para siempre a mis recuerdos personales, a mis símbolos propios. Apenas llegado a Sharax, el fatigado emperador había ido a sentarse a la orilla del mar, frente a las densas aguas del Golfo Pérsico. En aquel momento no dudaba todavía de la victoria, pero por primera vez lo abrumaba la inmensidad del mundo, la conciencia de su edad y de los límites que nos encierran. Gruesas lágrimas rodaron por las arrugadas mejillas del hombre a quien se creía incapaz de llorar. El jefe que había llevado las águilas romanas a riberas hasta entonces inexploradas, comprendió que no se embarcaría jamás en aquel mar tan soñado; la India, la Bactriana, todo ese Oriente tenebroso del que se había embriagado a distancia, se reducirían para él a unos nombres y a unos ensueños. Cada vez que el destino me ha dicho no, he recordado aquellas lágrimas derramadas una noche en lejanas playas por un anciano que quizá miraba por primera vez su vida cara a cara".

Yourcenar, Marguerite: "Memorias de Adriano"

Foto: A.V



martes, 1 de mayo de 2012

Lo ideal se pelea con la realidad

"Lo comprendo. Lleva usted dentro el entusiasmo de la India, y sus templos y palmeras... todo ese romanticismo que despierta en el turista un viaje de dos meses. Sí, el trópico es encantador cuando se atraviesa en ferrocarril, en auto o en rikscha [...] Quería aprender las lenguas orientales para leer los libros sagrados en el texto original, quería estudiar el alma de los indígenas -sí, así se dice en la jerga europea-, convertirme en un misionero de la humanidad, de la ciencia, de la civilización... Todos los que llegamos de Occidente soñamos con lo mismo... Mas, allí, en aquel sofocante invernadero que el viajero no ve, faltan pronto las fuerzas: la fiebre [...] La fiebre nos devora el cuerpo; nos tornamos indolentes, perezosos; nos convertimos en gallinas mojadas, cuando no en crustáceos insnesibles. [...] Tarde o temprano todos caen; unos se dan a la bebida; otros fuman opio; otros no piensan sino en pegar y maltratar hasta volverse unos bestias; una u otra, cada cual contrae su locura."

Zweig, Stefan: Amok.