martes, 6 de noviembre de 2012

Paisaje y añoranza

"Pero la razón por la cual Otoko deseaba pintar la plantación de té de Uji no era sólo el placer que le causaba las ondas de diferentes matices de verde. Después de romper con Oki había huido a Kioto con su madre, pero había efectuado varios viajes a Tokio. Lo que más recordaba de aquel período eran los campos de té contiguos a Shizuoka, vistos desde la ventanilla del tren. A veces los veía a mediodía, otras veces al atardecer. Pero entonces sólo era una colegiala e ignoraba que algún día sería pintora; pero ante el espectáculo de los campos de té, la tristeza de la separación la había oprimido repentinamente. No podía decir por qué aquellas lomas verdes, tan poco vistosas, habían llegado tanto a su corazón, cuando a lo largo de las vías férreas había montañas, lagos, el mar y a veces hasta nubes de tonalidades caprichosas. Pero quizá fuera su melancólico verde y las melancólicas sombras crepusculares de las hondanadas lo que había provocado su dolor. Eran lomas pequeñas, bien cuidadas, con vallecitos oscuros: no era un panorama silvestre. Y las hileras de arbustos redondeados parecían rebaños de mansas ovejas verdes. Pero era muy probable que aquel estado de ánimo se debiera simplemente a que su tristeza había llegado al apogeo cuando cruzó por primera vez los campos de Shizuoka".

Kawabata, Yasunari: "Lo bello y lo triste"

Foto: Internet.



1 comentario:

  1. Me gusta como el fragmento hace honor al titulo del libro, consiguiendo unir con destreza lo bello y triste.

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